¿De dónde han salido estos payasos?
Vamos a aprovechar que se dan dos circunstancias para tratar de entendernos. La primera es que Pajín no ha tenido tiempo de colar esa "ley de igualdad de trato y no discriminación", con la que va a tratar de cerrar la boca a todos los que no considere de la trinca. O sea, todavía podemos hablar claro y llamaros payasos. Y la segunda es vuestra ¿décima, vigésima, enésima? "tregua", en aras de resolver ese conflicto que tenéis.
Porque sí, es cierto. Aunque a veces os lo niegan, es incuestionable que hay un conflicto en la sociedad vasca. En realidad un montón, como en todas. Así, sin más, no tendría que ser ningún drama. El conflicto es algo inherente a la interacción humana. Probablemente a la interacción animal también, pero no vamos a desviarnos. Y se da desde el matrimonio y la familia, hasta las sociedades más complejas. Y no un conflicto, sino un rosario de ellos, que se sobreponen y entremezclan. Se llama vida.
Hay algo que no parece que os hayan explicado todos esos expertos internacionales en conflictos que os rodean. Los conflictos no se solucionan. Nunca. Todo lo más que puede conseguirse es buscar una postura donde el roce provoque la menor bronca posible. Y es ahí dónde está la posibilidad de drama; en la bronca. Porque no todo el mundo reacciona igual a las mismas incomodidades; y así hay maridos que fostian a sus mujeres (alguno conocéis bien), y otros que no, etc. La civilización consiste en que los maridos no fostien a las mujeres, y la máxima barbarie, en el asesinato para resolver las incomodidades.
Así que no siendo especialmente llamativo el conflicto que tanto os desvela (pasa por todas partes), sí es un drama la manera que habéis elegido para no resolverlo. Cepillaros a 845 personas, de momento. Robar a cientos, probablemente miles. Exiliar a decenas de miles. Y tratar de acojonar a todos, para que acepten las peregrinas ocurrencias de un trastornado subnormal que se puso a soñar naciones hace cien años.
Y es difícil entendernos. Entenderos, quiero decir. Habláis en nombre de una nación (según Ibarreche, de siete mil años, la más vieja del mundo), y al mismo tiempo os dedicáis a construirla. Sin embargo no se puede construir una casa que ya está construida. O siete mil años, o "construcción nacional", pero las dos no pueden ser. Una payasada, evidentemente. Pero en vuestra peculiar interpretación del mundo, el que no trague payasada, ¡pum!
¿Acojonante, no? ¿Qué os parece la visión de vuestro conflicto desde el otro lado de la barrera? Pues esto sólo ha sido un esbozo. Porque no os imagináis el asco y la depresión que da ser parte de una sociedad en la que a alrededor de un diez por ciento le parece estupendo matar, al que no traga, para resolver sus conflictos. O la vergüenza ajena que se siente al ver que unos cretinos, aplaudidos por ese diez por ciento, dicen representarnos a todos, de esta guisa:
En fin, que si miráis por encima de la barrera que nos separa, y en el caso de que vuestras majaderías no os ocupen todo el espacio intracraneal, tal vez podáis comprender que vuestro conflicto no tiene solución. Se puede, como mucho, aliviar los síntomas. Por ejemplo, metiéndoos en la cárcel a todos lo que ¡pum!, y a los que jaleen el ¡pum!
Ah, y si además queréis ir más allá, y que se os trate como no sociópatas, podrías empezar por pedir perdón. A los familiares de vuestros asesinados, a sus allegados, a los extorsionados, a los amenazados, y a los exiliados. Y en realidad a todos, por intentar callarnos bajo amenaza de muerte. Mientras tanto, básicamente, que os den por el flai.