Una pausa con los tontilocos
MAITE PAGAZAURTUNDUA, en Basta Ya!
Encontré un mensaje en el buzón de voz. Con aire de enorme suficiencia indicaba que se movía con una serie de personas para buscar algo así como la paz en el País Vasco. Escuché dos veces el mensaje porque la primera vez me había parecido que aspiraba a un cargo público en breve. Respondí la llamada. No conocía el País Vasco, no sabía nada acerca de Batasuna, no había conocido víctimas del terrorismo en su vida, ni había leído bibliografía alguna sobre el terrorismo y sus efectos. Por supuesto desconocía los comunicados de ETA o el Zutabe. La realidad le importaba un comino. De forma expresa insistía en que Batasuna había cambiado y en que la tregua se había roto por culpa del Partido Popular. El documento de Ahotsak le parecía muy interesante. Según la versión de esta persona que se decía interesada en la arquitectura territorial de España, el PP había obstaculizado que el Gobierno pudiera negociar una articulación territorial con los de ETA, a causa de su centralismo y los de ETA se habían cansado y habían roto la tregua. La resolución del Congreso no le interesaba porque con las luces de su corazón izquierdista captaba las claves profundas de la arquitectura territorial plural que a mí –seguramente por las duras circunstancias vitales- se me escapaba, claro.
Me preguntaba si yo estaría dispuesta a comprometerme en positivo, especialmente cuando algunas organizaciones de víctimas querían dañar el proceso por odio y por venganza. Creo que literalmente expresó que algunos colectivos utilizan el haber sido víctimas para no dejar progresar las cosas. Yo le hablé de la justicia, cosa que le importó más bien poco, como ustedes imaginarán a estas alturas.
Buscaba una canonjía porque algún revés de la fortuna la había dejado fuera de la anterior que ostentó. Fue lo primero que le entendí. Noté una ligera desilusión en su voz cuando le expresé que yo no vivía de la Fundación de Víctimas y que no cobraba dietas por los días sin sueldo que me concedían en mi trabajo para las actividades de la Fundación. Ella también debía ser una experta sicóloga y dedujo sin duda que eso demostraba mi falta de luces y que mi conversión a su empresa iba a ser cosa de minutos.
Muñoz Molina diseccionaba el pasado sábado una nueva forma de rebeldía y de disidencia, “que consiste en rebelarse contra los que no están en el poder y en disentir de casi todo salvo de las doctrinas y las directrices oficiales. El delirio perfecto, sin duda: disfrutar de todas las ventajas de lo establecido imaginando confortablemente que uno vuelve a vivir en una rejuvenecedora rebeldía, inconformista y a la vez enchufado, obsequioso con el que manda y sin remordimientos de conciencia, gritando las viejas y queridas consignas, como si el tiempo no hubiera pasado, en la zona VIP de las manifestaciones, enaltecido a estas alturas de la edad por una cápsula de Viagra ideológica”
Se había tragado tres tubos de “adoremos al gobierno y yo que pille cacho”. El momento culminante de la conversación lo dejaré para la próxima vez porque tiene tela. Un abrazo.