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Lenguas, identidades, espíritus, chorradas

Lenguas, identidades, espíritus, chorradas

Iberrinche

Pensábamos, muy convencidos, que todas aquellas tesis sobre la importancia de los idiomas en la manera de pensar y de ser, habían pasado a la historia del pensamiento, y habían sido olvidadas. Y con ellas todas las ideas tipo Volkgeist, que tanto entusiasmo despertaron en racistas, nacionalistas, y otras tribus adyacentes.

Pero pasó por PlazaMoyua.org un amable contertulio muy enterado que nos demostró que, cuando menos, aún quedan expertos en la materia que se emocionan con esos cantos de sirenas. Curioso. Especialmente curioso con alguien que tiene acceso al mejor laboratorio del mundo, Vascongadas, para demostrar la falacia de proclamas de esa jaez.

Hablamos de Miriku, que nos dejó aquí sus enseñanzas. De las que, para hacerse una idea y a modo de resumen, pondremos:

Estudiar una lengua es enriquecedor, positivo y ayuda a pensar de otras formas. Puede sonar mal, pero te aseguro que no tienes más que preguntar a un pedagogo para confirmarlo, cuando aprendes una lengua no estudias solo una gramática, sino una manera de expresarse, de mantener el respeto, de utilizar formas metafóricas nuevas, de mostrar cercanía cuando se necesita, de pensar de otra manera. Quien habla se da cuenta de ello, aprendes a pensar de otra manera
no había aprendido o no me había asomado a antender lo que Jung llamó estructura psicosocial lingüística del pueblo inglés. Para entender un pueblo, debes entender su lengua, es la expresión máxima de su espíritu
No hay mayor expresión de eso que llamaron los románticos Volkgeist que la lengua y no me cansaré de repetirlo
una lengua te enseña como se piensa
Es quizá pegajosamente romántico, pero es así, el estudio de la estructura psicosocial lingüística permite desentrañar el resto con gran facilidad.
Somos un pueblo, el del euskera, ello nos identifica y diferencia culturalmente
la expresión máxima de un pueblo es su idioma y para conocer a un pueblo hacer que conocer su idioma. Todos de acuerdo en eso creo yo. Por lo tanto si en parte el objetivo de la enseñanza académica es el conocimiento de nosotros mismos, nuestro pueblo y nuestra cultura el estudio de nuestra lengua es básico.
Pues bien, Miriku aparte, parece probable que queden muchos nacionalistas vascos a los que les hagan “tilín” campanas de esa especie. Y nos gustaría proponerles un ejercicio, o más bien apuesta, aprovechando las especiales características de la CAV.

Cójanse 20 individuos de entre Vizcaya, Álava y Guipúzcoa, de tal forma que algunos sea vasco parlantes de lengua materna, otros sean vasco parlantes sobrevenidos, y los demás sean excusivamente hispanoparlantes pero con acento local bien marcado. Como quiera que la pretensión romántico-nazi asegura que la lengua es una seña de identidad, y el mayor elemento del espítiru de un pueblo, además de una influencia determinante en la forma de pensar, nada más fácil para el romántico de turno, si esa teoría es algo más que una chorrada, que poder descubrir entre los veinte conejillos de indias, y hablando en español, cuales son de lengua materna vascuence, cuales sobrevenidos, y sobre todo cuales no hablan vascuence en absoluto. Porque eso es algo que afecta a la manera de pensar y de ser, según la tesis, y ambas son cosas fácilmente identificables. Y así mismo, si la palabra pueblo como hecho diferenciador tiene algún significado, también seŕ fácil distinguir entre los que pertenezcan al eusko pueblo, y los que no.

¡Ah bien!, hay quien dice que los vascos no euskoparlantes, aunque no sean vascos totales, si son vacos, y así del mismo pueblo después de todo. Vale, mejoremos la prueba. Y la haremos vía chat internáutico (no se nota el acento). Entre los veinte indivíduos metemos a un par de riojanos, otros dos de Santander, y alguno de otra parte de España. Los cinco claramente de pueblos (los que sean) no Vasquilandia. Facilísimo acertar participando en un chat quienes son los no vascos, digo yo, ya que la pertenecia a un pueblo deberá ser algo claro y distinguible, si pretende tener alguna relevancia y significado.

No necesitamos por tanto complicarnos con románticas chifladuras, ni tan siquiera con eruditos estudios antropológico lingüísticos. Nos basta y nos sobra la más rudimentaria comprobación, y sabremos si las chorradas son chorradas, o si no lo son.

¿Quien se atreve?

Parece increíble que ni siquiera ahora, con internet, donde todos nos comunicamos en inglés, y donde te das cuenta de que no hay forma de averiguar la nacionalidad ni la “pueblidad” de aquellos con los que contactas, sigan estos zopencos dándole vueltas a la raza y al “espítitu de un pueblo”. No distinguirían ellos mismos si están hablando con un suizo o con un bostwano, pero nos hablan de la raza vasca y de nuestro ser colectivo. ¡Hay que joderse!

Lástima que el romanticismo siempre acabe chocando con la realidad. Y bien hostiado. Con lo bodito que era …

Pero mientras se hostia del todo, tiene la mala costumbre de producir un montón de daño y sufrimiento.

°¿°