El clima al revés, según Spencer.
Nota previa: Pongo esta entrada para facilitar, en teoría, la lectura de lo último de Spencer, que puede ser muy importante en la bronca del “cambio climático. Pero como no tengo ningún convencimiento de haberlo conseguido, recomiendo ir directamente al artículo de Roy Spencer, o si acaso a una explicación tal vez más clara que da Lubos Motl. Y el que no lo vea claro tal vez pueda volver aquí t probar si esto le ayuda.
Los artículos son:
Spencer:
Motl: --Roy Spencer ha publicado un trabajo “peer-reviewed” (está en prensa), que pretende demostrar un error de partida en el planteamiento que hacen los alarmistas. O el mal llamado “consenso”. Y el viernes hacía un post explicando las observaciones que le han llevado a su tesis. Interesantísimo, porque va al núcleo del probema. Lo que llaman la sensibilidad del clima. Cómo reacciona el sistema climático cuando le añades cierta cantidad de calor, por ejemplo al aumentar el CO2 del aire.
Se puede pensar, -pues cómo va a reaccionar, calentándose, ¿no? Y es cierto; pero lo importante es saber cuanto se va a calentar por cada “trozo” de calor que le metas. O en nuestro caso, qué temperatura va a alcanzar la atmósfera según se le añada calor al sistema.
Un ejemplo, muy de Spencer. La temperatura del agua de una olla al fuego depende de dos cosas. Del calor que le entra al agua (por el fuego de la cocina), y del calor que sale del agua. Si empiezas con el fuego apagado, el agua estará a la temperatura ambiente. Si le metes una pequeña llama, el agua subirá de temperatura. Pero cuanto más se calienta, más calor va tirando al aire (por evaporación, por contacto, por infrarrojos), hasta que alcanza una temperaura en la que la olla emite tanto calor como el que recibe, y ya no se calienta más. Ha alcanzado un equilibrio térmico. Si aumentas otro poco el fuego, el agua aumentará de temperatura hasta alcanzar el siguiente nivel de equilibrio. O también si le pones una tapa a la olla, manteniendo el mismo fuego, porque disminuye el calor que sale del agua al aire a esa temperatura. Esa es la “sensibilidad” del agua. Cuanto aumenta el agua de temperatura por cada x aumento de calor de entrada (por el fuego), o por cada x disminución de salida de calor (por la tapa).
Toda la discusión sobre el CO2 consiste en eso; en saber la “sensibilidad” del sistema climático. Pero es un problema mucho más complicado que el de la olla, porque intervienen muchos más factores, y algunos no se han podido medir. Probablemente incluso hay factores que se desconocen. Por poner un ejemplo, se puede mencionar uno muy importante, tal vez el más importante: las nubes. Un aumento de la temperatura del aire podría producir una un amento en la capa de nubes, o una disminución, o no cambiar nada. Y eso es crítico, porque si aumentara la cantidad de nubes, estaría contrarrestando ese aumento de calor (las nubes hacen de sombrilla). Y si disminuyeran las nubes, estaría potenciando el efecto de ese añadido de calor, al dejar entrar más luz del sol.
A este efecto de las nubes -y de muchas otras cosas, frenando o potenciando el efecto que hace un aumento de temperatura del aire le llaman realimentación (feedback). Realimentación positiva si potencia el efecto de una subida de temperatura (por ej., menos nubes), y negativa si lo frena (por ej., más nubes). Y es tan importante como que la teoría alarmista necesita una realimentación positiva fuerte al aumento de temperaura (potenciación) para que se pueda pensar que el CO2 que tiramos es peligroso. Sin realimentación positiva, lo que ocurriría es que el aire a nuestro alrededor se calentaría 1,2ºC al doblar la concentración de CO2. Y eso no es peligroso ni siquiera para el más calenturiento de los alarmistas.
Y de esto va el nuevo trabajo de Spencer. Ha estado estudiando los datos del satélite Aqua (7 años de datos). Comparando, mes a mes, el dato de la temperatura media global de la tierra con el dato del calor que sale de la tierra al espacio. O la variación de temperatura comparada con la variación en el calor emitido. (Ese calor que sale es la suma de la radiación de onda corta (visible) reflejada por la Tierra y la radiación de onda larga (infrarrojo) que emite la tierra al desprenderse del calor que ha recibido del sol. La idea es que con un aumento de la temperatura global del aire, pueden ocurrir tres cosas distintas:
- a) Que la Tierra se pone a emitir mucho calor
- b) Que no hay gran diferencia en la emisión de calor de la Tierra
- c) Que la diferencia es parecida a lo que se podría esperar sin realimentación.
El resultado, según los cálculos de Spencer con los 7 años de datos del satélite Aqua, es que la realimentación es fuertemente negativa, o la sensibilidad muy baja. Por cada grado que aumenta el aire de temperaura, la Tierra se pone a emitir entre 6 y 10 vatios por metro cuadrado más. Y con esa sensibilidad, lo que ocurriría por doblar la cantidad de CO2 en la atmósfera -cosa prevista para el 2.100 si no hacemos nada, sería un aumento de temperatura entre 0,3ºC y 0,5ºC . En la práctica, lo mismo que si no ocurriera nada.
Compárese eso con lo que dicen los modeos del IPCC, para los que el efecto de doblar el CO2 del aire resultaría en un aumento de temperatura entre 2ºC y 6ºC, con la mayor probabilidad en 3ºC. ¡Diez veces mayor que el resultado de Spencer!
Lo siento, ¡vaya rollo! Ni siquiera sé si se entiende. Lo que intentaba es predigerir el asunto para que podáis leer con más facilidad el resumen del propio Spencer, o el que ha hecho Lubos Motl sobre lo de Spencer, probablemente más claro. Son estos dos:
Spencer:
Motl: