Adela Asúa y la lavadora. O el principio de precaución.
Marod es un enamorado del Prostitucional. Se corre. Su sistema de elección de magistrados le parece inmejorable. Y ayer [–>] nos trajo un ejemplo de una sentencia que no le convence, pero con votos particulares que le parecen la pera. En concreto, uno de la famosa lavandera de etarras, Adela Asúa. Que está contra el fracking – como cualquiera podría apostar.
Y le vamos a contar un cuento a Adela Asúa. Sobre otra lavadora diferente. La lavadora que le ha permitido estudiar y dedicarse al derecho, en lugar de a lavar la ropa de sus padres, marido, e hijos.
Hace unos años, el Tío Gilito se asoció con unos ingenieros listos, y fundó una fábrica para hacer unas máquinas hasta entonces desconocidas que lavaban la ropa. Básicamente, un tambor que se mueve con electricidad, y por el que circula agua. En aquella época el asunto no despertó grandes polémicas. Eran bastante poco progresistas, y la abuela de Asúa no montó una campaña contra las lavadoras. Ni contra ninguna otra cosa; bastante tenía con pasarse el día lavando la ropa a la vera del río. Acababa agotada. Pero si aquello hubiera ocurrido hoy, en la época de Adela, tendríamos dos posturas ferozmente encontradas.
Adela Asúa:
- El principio de precaución, en efecto, no opera cuando existen datos terminantes sobre los eventuales riesgos para la salud y el medio ambiente, como parece dar a entender la mayoría. Tal principio adquiere su auténtico significado en un escenario bien distinto: el de la existencia de incertidumbre acerca de los potenciales riesgos.
- Sabemos que las lavadoras, ese terrible invento, usan toneladas de detergentes -- que van a parar a los ríos, lagos y al mar.
- Sabemos que a los pobreces pececitos les va fatal el detergente. Imagina que a ti te lo pusieran dentro de la hamburguesa.
- Hay una gran incertidumbre a cuenta de los riesgos. ¿Cuántos pececitos morirán?
- La única ventaja de la lavadora es enriquecer a un cerdo capitalista que ya es rico. Y con ello multiplicar la desigualdad, que es un gran mal social.
- Por tanto, debido al principio de precaución (también llamado de "no-incertidumbre"), debemos de permitir que el Parlamento de Cantabria (mayoría PP) pueda prohibir que el Tío Gilito venda lavadoras en la bucólica provincia. Y, en general, todos los parlamentos en todo el mundo.
Facha Furioso; Big Oil; etc:- Las lavadoras van a liberar a la mitad de la población (la mujeres) de una cantidad acojonante de trabajo -- francamente poco estimulante.
- Esa liberación va a permitir, por ejemplo, que la madre de Adela le lea cuentos por la noche a su niña. Por no estar medio muerta de agotamiento. Con esos cuentos, la inteligencia infantil se desarrollará mucho mejor, y, ¿quien sabe?, hasta puede que Asúa llegue al tribunal Prostitucional a tiempo de intentar prohibir la fabricación de lavadoras.
- A su vez, gracias a la lavadora, Asúa podrá estudiar. En vez de lavar las enormas sábanas de la familia. Y aprender en sus estudios el principio de precaución (o de no incertidumbre) mediante el que podremos prohibir las lavadoras.
Moraleja. Para que Adela Asúa pueda intentar prohibir la lavadora ("fracking"), primero ha hecho falta que a la abuela de Asúa no se le pasara por la cabeza semejante estupidez. Hay que tener lavadora para prohibir las lavadoras. Pero cuando lo consigan, y no haya lavadoras, se acabó la prohibición. Porque no existe ni una mujer en toda la galaxia que no quiera una lavadora. Ni una. Ni la ecoloboba más perturbada.Sirva el cuento -espero- como introducción a La Mágica Lavadora. Dedicado a Adela.
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Nota: Me apunto al curso acelerado [–>] de Marod sobre el Prostitucional. Da un montón de juego. 😉